El ladrido de tu perro es su principal canal para comunicarse contigo y con el mundo que lo rodea. Si ocurre algún cambio en su estilo de vida, es normal que se sienta un poco desorientado, con ansiedad, estrés o miedo, aumentando así la cantidad de sus ladridos.
El problema surge cuando estos sonidos se vuelven constantes y de pronto molestos para algún vecino o familiar.
Lo primero que debes saber es que esos ladridos excesivos de tu perro no se calman a base de gritos, regaños o algún tipo de castigo severo, al contrario, esto lo altera más. Para poder calmarlo debes inspirarle paz y tranquilidad. Hacerle cariño, hablarle con suavidad y abrazarlo lo ayudarán a relajarse y a sentirse seguro.
Si tu mascota ladra por estrés, ayúdala a ejercitarse y a realizar actividades para liberar esa tensión, esto no solo lo agotará, también le dará quietud y satisfacción.
Si tu perro es de los que le ladra a otros durante un paseo, ignora su conducta sin tensar la correa, este tipo de “represión” lejos de gustarle, lo altera. Mejor intenta ofrecerle un estímulo placentero como una golosina o su juguete favorito. Motivarlo y demostrarle tu amor y comprensión es la mejor medicina.